viernes, mayo 22, 2009

 

UN GRAN DEVOTO DE MARIA Y SU ESPOSO SAN JOSÉ


PRIMERA ENTREGA
JOSÉ MARÍA VILASECA, DISCÍPULO Y MISIONERO DE JESÚS

Consagrémonos del todo a san José, para honrarlo y glorificarlo con toda clase de buenas obras y para darlo a conocer entre los fieles según las luces de la Biblia, las obras de los santos padres y sentencias de los doctores josefinos, con las noticias todas de la más verídica tradición.
(Humildad no. 15)


Estamos en el año jubilar del centenario de la dichosa Pascua del P. José María Vilaseca.
Es por eso que el Centro Josefino de Chile, con el deseo de dar a conocer la vida y obra del fundador de nuestra familia Josefina les ofrece este resumen de su vida.

Conviene destacar que aquel que en su bautismo recibió el nombre de José y así fue conocido durante muchos años de su vida, es un ejemplo para la Iglesia que camina en las Américas y que iluminada por los documentos de Aparecida quiere ser Iglesia de verdaderos discípulos misioneros.

José María, como se llamará desde su profesión religiosa, fue discípulo y misionero bajo el patrocinio de San José y, según su experiencia de gran amante de María, fue ella la que le regaló la gracia de conocer, amar, imitar y querer dar a conocer a su esposo San José.
San José va delante de nosotros en la Evangelización, decía Vilaseca.
Lo mismo digamos nosotros, siguiendo sus pasos,
a 100 años de su Pascua.

Santiago de Chile, 19 de mayo de 2009.

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José María Vilaseca, gran devoto de San José y apóstol de la Educación y de las Misiones, padre y fundador de la familia josefina, formada por los Misioneros de San José, las Hermanas Josefinas y la Asociación Universal de San José, nació el 19 de enero de 1831, en la ciudad de Igualada, en Cataluña, Obispado de Vich, España.

Acta de bautismo de José Jaime Sebastián, Igualada, 19 de enero de 1831.
Libro de bautismos (1827-1831), año 1831, n. 42.

“El día diecinueve de Enero de mil ochocientos treinta y uno, en esta parroquial iglesia de Sta. María de la Villa de Igualada, Obispado de Vich, el Rdo. Juan Morell Pbro. Ecónomo de una vicaría perpetua de la misma, bautizó solemnemente a José Jaime Sebastián, nacido el mismo día, hijo legítimo y natural de Jaime Vilaseca, sastre, y de Francisca Aguilera cónyuges, de ésta: fueron padrinos José Vilaseca, marchante de Montbuy, abuelo paterno, y Magdalena Rovira de Villafranca, tía materna, esposa de Antonio Aguilera, alpargatero, de ésta, todos vecinos de ésta.”

Como consta en el acta de su bautismo recibió los nombres de José Jaime Sebastián, pero por mucho tiempo se le trató con el solo nombre de José. Lo conocemos como José María Vilaseca porque en algún momento de su vida, -cuando profesó como Paulino dice uno de sus biógrafos, añadió el nombre de María al de José, por la gran devoción que tenía a la Santísima Virgen.

Un acontecimiento que quedó muy grabado en el corazón de José María Vilaseca fue el hecho de que su madre lo llevó al monasterio de Montserrat cuando apenas cumplía dos años de edad. En el camino sufrieron un accidente y el carruaje en que viajaban estuvo a punto de caer en un gran precipicio. Su madre invocó a la Virgen de Montserrat y, en aquel momento, recordaba el p. Vilaseca:

“Una mano invisible detiene el carruaje y salimos salvos y sanos del mayor de los peligros. Mi buena madre, agradecida, me consagró a María, y me decía con toda la fe de una madre católica: -No sólo eres mi hijo, sino que lo eres también de la Virgen de Montserrat, porque ella te salvó del mayor de los peligros."

José María Vilaseca terminó los estudios elementales, de primaria y secundaria, en un colegio dirigido por los padres Escolapios o de las Escuelas Pías.

No sabemos la fecha de su confirmación y primera comunión; pero según el testimonio de un sacerdote que convivió con él, cuando lo interrogaron en el proceso diocesano para su beatificación dijo:

“Cuando el padre Vilaseca se refería a su primera comunión, se notaba que se conmovía y enfervorizaba. También le oí referir que, desde niño, se había acostumbrado a frecuentar los sacramentos.”

Cuando andaba por los 13 años, la familia Vilaseca Aguilera se trasladó a Barcelona. Era el año 1844.

Al terminar sus estudios secundarios y para secundar los deseos de su padre, que quería que su hijo fuera un gran mecánico, el 3 de octubre de 1845, José Vilaseca se inscribió en la Escuela de dibujo lineal, para asistir a las clases que se impartían de 7 a 9 de la noche.


Esta Escuela de dibujo lineal era una de las 16 escuelas gratuitas que fundó y sostenía la Junta de Comercio de Barcelona con el fin de promover a la juventud obrera. El 18 de septiembre de 1847 lo encontramos nuevamente matriculado en la misma escuela para el curso 1847-1848. Aparece en la lista de inscritos con el número 105. Tanto en el curso 1845-1846, como en éste, aunque no se ha encontrado constancia de que haya presentado los exámenes finales.


En Barcelona su padre D. Jaime Vilaseca entró a trabajar en una de las grandes fábricas de hilados, como empleado y le ayudaba el entonces joven José María Vilaseca.

Un acontecimiento que influyó mucho en la vocación sacerdotal del joven Vilaseca, fue haber desempeñado el oficio de sacristán en la parroquia de Santa Ana, de Barcelona. El p. Santiago Canals y Llinás, sacerdote madrileño, ex-religioso vicentino, fue el cura de dicha parroquia desde el 27 de agosto de 1846, hasta 1879.

Otra circunstancia de la juventud de José Vilaseca en Barcelona, fue el haber pertenecido, siendo estudiante de filosofía, a una Sociedad de San Luis Gonzaga, dirigida por un santo sacerdote que procuraba animar a sus miembros para que fueran santos sacerdotes.

Tenían el ejercicio de la disciplina y, sobre todo, se ejercitaban en la meditación todos los días. El p. Vilaseca recordaba, después de muchos años, que allí predicó su primera plática explicando la frase del Evangelio de San Juan: Ecce mater tua. (He allí a tu madre)

“Cuando yo estudiaba filosofía, recuerdo que teníamos establecida la Sociedad de San Luis Gonzaga. A veces hacíamos nuestra disciplina, teníamos nuestra oración mental y éramos siempre dirigidos por un santo sacerdote, el cual procuraba hacernos siempre que fuéramos unas santos sacerdotes, y una de las prácticas que teníamos establecida era enseñarnos a predicar.” Plática a Misioneros Josefinos, enero 20 de 1889, t. 1, p. 340.

En otra ocasión dijo: “Yo todavía me acuerdo de las reuniones que teníamos en nuestra Congregación de san Luis Gonzaga. Allí fue donde prediqué mi primera plática. Todavía me acuerdo del texto: Ecce mater tua, fue en honra de la Santísima Virgen.” Plática a Misioneros Josefinos, junio 21 de 1889, t. 3, p. 38. 44.

Estudia latín y filosofía en el Seminario de Barcelona. No se tienen datos para establecer la fecha en la que José Vilaseca empezó a estudiar latín. Lo encontramos matriculado en el Seminario de Barcelona para el tercer año de latín, como alumno externo, en el curso 1849-50. Aprobó el curso con la calificación de sobresaliente.


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