martes, junio 16, 2009

 

CONOZCAMOS AL P. VILASECA


Traslado de Monterrey a la ciudad de México.
Publica un primer libro sobre la Virgen María.

Esta estancia en la ciudad de México va a ser definitiva. El escenario en donde va a desarrollar un celo especial en defensa de la Iglesia y la salvación de las almas, salvo el año y tres meses que estuvo expulsado de la República mexicana como extranjero pernicioso. Tiene 38 años de edad y está en la plenitud de su vida.

Así dejó escrito el P.Vilaseca en el libro de cuentas de la Biblioteca Religiosa, comenzada en julio de 1870.

Libro de Cuentas, de la Biblioteca Religiosa.
“En mayo de 1869 llegué a México, procedente de Monterrey, y luego hice las debidas diligencias para la impresión de algunas obritas; mas considerando lo mucho que habían de costar, y que por lo que me habían costado las otras obras impresas ya habría podido comprar una pequeña imprenta y tener las impresiones por la mitad del costo; siendo en gran manera animado por el S. D. Miguel Torner, después de pesadas todas las razones, determiné, con licencia y aprobación del señor Masnou, Visitador, comprar la imprenta y ponerla bajo la dirección del señor Torner, según las bases que constan en la escritura tirada en julio de 1870.
Determinamos de común acuerdo que íbamos a dar principio a una Biblioteca Religiosa mediante la publicación de una serie de obras tan piadosas como instructivas y en gran manera útiles; y de común acuerdo, llenos de confianza y bajo la protección de N. S. de Guadalupe dimos principio con la obra: Quién es María la Madre de Dios.”

Desde su regreso de Monterrey (1869) hasta que fue expulsado de México, (1873) el p. Vilaseca se desempeñó como director de las Hijas de María y capellán del Hospital san Andrés donde conoció a Cesárea Esparza y en agosto de 1872 trató con ella sobre la fundación de las Hijas de María del señor san José.

En una plática a las Hermanas Josefinas, el 4 de febrero de 1894 el P. Vilaseca recordaba:

“Estuve yo de capellán en el hospital de san Andrés muy cerca de dos años y aquellas Hermanas que había, tanto en la sala de mujeres, como en la de hombres, estaban llenas de caridad. Tanto, tanto era su celo por la salvación de las almas, que los cien enfermos, o quizá doscientos que entraban cada mes, ni uno solo se quedaba sin confesar. Así, cada tarde, cuando yo llegaba, ya me tenían la lista y me decían el número fijo, 24, 28, 34 ya están dispuestos para confesarse y algunas veces se administraban y se les daba la extrema unción”.

También era miembro del equipo misionero de su congregación. Durante estas misiones escribió nuevos libros como “Confesión o condenación” y “El protestantismo y la franc-masonería”; fue Consejero provincial y Sub-asistente de la casa de México, D. F. y desplegó un celo incontenible.

Sin descuidar los ministerios y trabajos que la obediencia le encomendaba, con la confianza puesta en la divina providencia y en san José, por iniciativa propia, pero con el consentimiento de sus Superiores, empezó a trabajar hasta donde sus fuerzas se lo permitían. En 1870 estableció una Biblioteca Religiosa; en julio de 1871 empezó a publicar una revista católica: El Propagador de la devoción de san José y a la Sagrada Familia; en julio de 1872 inició la publicación de un boletín vocacional: El Sacerdocio Católico; en julio de 1872 inició y promovió la organización de una asociación de devotos josefinos: La Asociación universal del señor san José; el 19 de septiembre de 1872 fundó un Seminario para dar sacerdotes a México: El Colegio Clerical; con la fundación del Colegio Clerical dio principio a la fundación de un Instituto Josefino que se formaría de dos ramas: la masculina con la Congregación de Misioneros de san José o Misioneros Josefinos, y la femenina con la Congregación de las Hijas de María del señor san José o Hermanas Josefinas. Cf. Valverde Téllez Emeterio, Bibliografía filosófica mexicana, I, León 1913, 298


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